Una noche especial,
de luna llena y centellas,
llegó el amor torrencial,
a dos vidas sin estrellas.
Era la noche esperada,
de dos almas encontradas,
que fueron tocadas por un hada,
para convertirse en crisálidas.
Y quisieron volar,
con sus alas de crisálidas,
para cruzar ese mar,
y su amor cristalizar.
Era tan frágil las alas,
con las que quisieron volar,
que se tuvieron que despertar,
del sueño que no pudieron realizar.
La crisálida no es mariposa,
y las distancia no alcanza,
por eso no fue su esposa,
y hoy este amor es añoranza.
En sus corazones vive el amor,
y se aman sin compasión,
pero deben decirse adiós,
y se recordarán con su canción.
© Emely
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